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Mostrando entradas de junio, 2024

Animales nocturnos

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 Yo, personalmente, creo que en otra vida fui un gato y ahora como humano no lo llevo bien. Inconfundiblemente, existen dos tipos de personas, las diurnas y las nocturnas. Las segundas están claramente en desventaja. En esa época de despiporre juvenil, es el único tramo de la vida, en el que te beneficias de esa energía nocturna que se manifiesta en el cuerpo. En el resto de tu existencia tienes un obstáculo diario.  Todo está orquestado para vivir durante el día. Aunque sabes que de noche hay mucha vida, casi siempre más estimulante y si quieres más silenciosa y tranquila. Sin embargo, la rueda circula con más asiduidad desde el amanecer. Lo que conlleva, que cuando te toca dormir debes convencer a tu cuerpo para que colabore y a la hora de levantarse, tienes que hacer un pacto con el universo o un ritual de brujería para estar operativo. Que me lleva a pensar ¿Quién inventó madrugar? También me hace preguntarme ¿Cómo lo harán los animales, que viven en el norte de Suecia y N...

Tramposo poder

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 No recuerdo en qué momento, adquirí la habilidad de hacer varias cosas al mismo tiempo. Es una especie de superpoder, que vas aprendiendo conforme va calando en ti el concepto «hay que llegar a todo». Te crecen unos brazos extra (que no sabes de dónde han salido) y tres cerebros, pensando, decidiendo y organizando a la vez.  Lo cual, puede parecer una maravilla, pero no lo es. Por un lado, las personas que no tienen ese poder, te encasquetan todas las tareas (porque al parecer a ti no te cuesta) y de paso se tocan los “pimientos”. Y, por otra parte, llega un momento de cortocircuito, en el que empiezas a meter el Nesquik en la nevera y la leche en el armario. Vas a guardar unos calcetines y los tiras a la basura. Estás respondiendo un mensaje de una amiga (mientras piensas en el trabajo) y le envías el mensaje a tu jefe… Entiendes que tus ocho manos y tres cerebros han perdido conexión y aunque parezca lo contrario, no hay nadie al volante. Ha llegado el momento de apagar el ...

Los días de lluvia

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 La lluvia es como esa sensación tan confortable, que sientes al comerte una galleta mojada en leche, una taza de té caliente entre las manos cuando hace mucho frío, el sonido de las olas del mar o el murmullo de las hojas de los árboles. Los calcetines gordos en invierno y los pies descalzos en verano. Meterte en la cama con las sábanas recién lavadas, las duchas (que entras siendo una persona y sales sintiéndote otra). El olor de tu perfume favorito o el de las palomitas, que inunda toda la casa.  Los días de lluvia cumplen con todos esos placeres juntos. El sonido te relaja y se crea una paz en el ambiente. Ver las gotas, caer y posarse sobre las hojas (que ahora brillan contentas) te lleva a un estado melancólico, que te recuerda todas esas cosas que te hacen sentir bien. El olor que desprende ¿Qué decir? ¿A quién no le gusta el olor a lluvia? A tierra mojada. El aire cambia y de repente respiras mejor.  Esos días no eres un adulto pragmático, vuelves a tener siete añ...

Mi pequeño Blake

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 Como todos los amores, nunca sabes cuando va a llegar. En el amor no hay límites. Ni países, ni culturas, ni edad, ni especies, no hay barreras que lo frenen. Tú me has enseñado el significado de lo que es amar, de la forma más pura, más profunda. Sin condiciones, me muestras tu cariño sin pedir nada a cambio. Contigo no existen estrategias, ni apariencias y los egos no caben en ninguna de sus formas, porque en nuestro vínculo no hay grietas.  De todos los seres que he amado a lo largo de mi vida, tú eres el único que nunca me ha fallado. Me entiendes sin necesidad de explicaciones y sabes lo que siento en cada momento, a pesar de no hacer preguntas. Sin darte cuenta, me lo has dado todo. A las personas nos cuesta entender, que a veces no es necesario hacer inventos. Que algo tan sencillo como hacerte sentir que no estás sola, que pase lo que pase, estás ahí para darme tu calor, es suficiente para secar las lágrimas.  La casa se hace extraña sin ti. No sé si estuve a la ...

Mi mochila

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  Mi fiel compañera. Soy una ferviente defensora de no aferrarse a los objetos, sobre todo porque terminas en una espiral de acumulación de trastos, completamente innecesaria. Pero siempre existe algún elemento que te roba el corazón. Ese libro al que acudes por necesidad emocional y que siempre mantienes cerca de ti. Esa camiseta desgastada, que se acopla perfectamente a tu cuerpo y la buscas cuando quieres sentirte cómoda. Tu taza favorita, la que utilizas cada día, esa taza que tiene el tamaño, apariencia y grosor exacto para ti, lo que la convierte en tu taza de confort. Algunos objetos pasan de ser solo un utensilio a formar parte de ti. Te acompañan, te representan y se transforman en “casa”. Mi mochila ya es una extensión de mi cuerpo, cabe en esa expresión de, si las paredes hablaran… Va conmigo a todas partes, sabe más de mí que la mayoría de personas que me conocen. Ha asistido a comidas, meriendas y cenas, a visitar lugares, a hacer la compra, de paseo, a la playa y excu...

Extranjero temporal

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 Los turistas son una especie en sí misma. Son aquellos que aterrizan como si hubieran encontrado un lugar inhóspito en el que no vive nadie, que solo existe para las vacaciones y después lo cierran. Es como soltar a los niños en un campamento, pero de adultos (se supone). Llegan a desfogar, como en esa especie de tiendas, para romper cosas y así deshacerte del estrés. Que por no liquidar a nadie, ni incendiar papeleras, pagas para hacerlo legalmente. Pues la gente cuando va de vacaciones funciona igual, pero sin reglas, porque las normas las han dejado en el lugar donde residen y creen que fuera de ahí, no valen.  Los distingues principalmente por dos razones, una es que llevan ropa multitasking que sirva igual para ir a la playa, que para comer en un restaurante, mezclan prendas cómodas y destartaladas con cosas chic y así da el pego para todo. La segunda es que corren mucho, todo el rato, como si tuvieran un cupo de ocio que cumplir al día, no vaya a ser que se queden sin...

Los suburbios

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 A lo lejos se ven las luces de la ciudad, desde el techo de una furgoneta abandonada. Alrededor todo es gris y oscuro, hay cuerpos destartalados por todas partes, en el suelo, en un colchón mohoso, sobre tablas de madera (que previamente pertenecían a algún mueble) o apoyados en paredes.  Cuerpos inertes, de personas que en algún momento fueron felices y ahora sentir cualquier emoción se ha vuelto insoportable, por lo que buscan algún componente que les ayude a no percibir nada.  No hace falta hablar, no es necesario contar tu historia, con una mirada, con un gesto, tu sola presencia, anuncia que te hallas en el mismo punto que ellos y eres aceptado sistemáticamente. Alguien se sienta a tu lado y te ofrece un cigarro, sin preámbulo ninguno y así, sin más, te percatas de lo irónico que es, sentirse más acompañado por un desconocido que por cualquier amigo. Es curiosa la conexión automática que se crea, con alguien que se encuentra en el mismo espacio vital. Existe más uni...

¿Demasiada empatía?

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 Si cortan un árbol, sientes que han cortado una parte de ti y ha muerto con él. Te llega la noticia de que un señor en algún distrito de Wyoming, ha tenido un problema y te imaginas el resto del día a esa persona sentada en un porche (yo lo imagino así) mirando a lo lejos y pensando en que va a hacer ahora con su vida. No lo conoces, no sabes nada sobre ese señor, pero si pudieras te sentarías a contemplar el infinito a su lado. Tu vecina te cuenta que está preocupada, porque este verano le van a dejar a sus nietos durante semanas y aunque, le hace ilusión pasar tiempo con ellos, no sabe de donde va a sacar la energía que requiere. A ti se te encoge el estómago y empiezas a pensar en mil formas de ayudarla (a cuál más surrealista). Desde hacerle un calendario de actividades para mantenerlos entretenidos, pagarles un campamento para que tenga alguna semana libre, contratarle a una canguro para que puedan repartirse las tareas, cualquier cosa, hasta que tu cabeza te dice que dejes d...

Manteniendo el equilibrio

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 Caminamos recordándonos, que si ponemos un pie delante del otro conseguiremos avanzar. Sabes que la vida no debe ser así, que no nos creó la naturaleza para estar en una rueda de hámster y salir de la jaula para permitirte vivir un tiempo limitado. Avanzas con la sensación constante de que todo va más rápido que tú. Todo tiene un tiempo específico, comer, dormir, relacionarte, terminar un trabajo, tomarte un café, leer un libro, escribir un mensaje, al final del día ha sido todo tan automático que no has sido realmente consciente de nada.  Ya no paras a mirar a tu alrededor, darte cuenta de que alguien lleva unos calcetines amarillos geniales, ver a una chica pintarse los labios en el retrovisor de un coche, un niño pequeño jugando a perseguir una hoja que se lleva el viento. Contemplar el cielo, ves como se mueven las nubes y piensas ¿cuándo fue la última vez que miré las nubes? El olor que trae la brisa te resulta familiar, ¿ha llegado el verano? Y así pasan los días, los m...

Tesoros para el alma

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  El arte para mí es como rezar para los creyentes, ese lugar personal e interno donde encuentras la paz, tu mente deja de correr, tu alma se apacigua y tu corazón se enamora. A veces te inunda un torbellino de pasión como escuchando <Nessun Dorma> es imposible que mi cuerpo se quede inmóvil con esas elevaciones y descensos tan abruptos, como subir al cielo y volver a la tierra llena de emoción. La magnífica escultura de <La Victoria de Samotracia> con sus imponentes alas y todo ese simbolismo o las perturbadoras pinturas de Caravaggio. Pasar de la luz de Thoreau a la oscuridad de Nietzsche y encontrar respuesta en ambas, ya que la dualidad forma parte de ti. De igual modo que contemplar el lado más inquietante de Anthony Hopkins en <El silencio de los corderos> o a las heroínas pioneras del feminismo en <Thelma & Louise> sudar la gota gorda en <Instinto básico> encogerse el estómago con <La lista de Schindler> conectar con los mundos de Almo...

Los amores veloces

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 Desembarcas de repente en una de las etapas más intensas de tu vida y no eres consciente de ello. Aparece sin esperarlo una persona en tu camino, que tiene el poder de hacerte vivir una montaña rusa de emociones, de tocar la tecla exacta que enciende tus pilotos, si fuera una droga sería exactamente tu marca de heroína y no es que se lo haya propuesto ni mucho menos, es que tú también eres la suya.  No sabes como ni por qué, pero sientes que algo va a cambiar. Ya ha cambiado. Todo el paquete completo te atrae directamente, su olor, su forma de mirarte, sus gestos, su voz, sus manos. Cada palabra, cada frase que te dice es justo lo que necesitas oír. Sientes que pierdes el equilibrio, que se te entrecorta la respiración, que no tienes el control y aun así, solo quieres obtener cada instante de ese momento. Así debe sentirse, la gente que hace puenting saben que corren peligro, pero no pueden evitar saltar. Experimentas el miedo y el placer a partes iguales.  Despierta la...

Los domingos, falsa promesa

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El domingo es ese día de la semana entre relajante y triste, tienes el día entero para ti, pero está el lunes cada vez más cerca, amenazando, como recordatorio permanente. Si haces muchos planes se pasa muy rápido y terminas cansado, si te despanzurras en el sofá sientes que no lo aprovechas.  El problema de los domingos es que están plagados de expectativas que nunca se terminan de cumplir. En esta vorágine en la que estamos sumergidos cada pequeño “tiempo libre” se convierte en la carta a los Reyes Magos, lo queremos todo y no puede ser, hay que elegir. Acabas el día como cuando vuelves de una despedida de soltera, no ha sido lo que esperabas. Igual que pasa con la Navidad, la crema reafirmante, el primer beso que le das a alguien, el champú o la cerveza sin alcohol, nunca ofrecen lo que prometen. La buena noticia es que cada semana tenemos un nuevo intento.  ¡Feliz domingo!  Foto: una misma.

El verano

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  Hace unos años llegaba el verano y con él las mayores aventuras, aterrizabas en septiembre con un montón de anécdotas desternillantes e historias que pasarían a la posteridad. Pasabas semanas contando tu fascinante verano a aquellos pobres resignados que pasaban el verano en el pueblo de sus padres o abuelos y lo más increíble que vivían era ir por las noches a la verbena en la plaza del ayuntamiento. Para los suertudos que nos quedábamos en la ciudad teniendo tanto tiempo libre, era como soltar a un niño en Disneyland, no sabe por donde empezar, ve un millón de posibilidades hasta donde le alcanza la vista, más todo aquello que aún no ha explorado. Las mañanas solían empezar en la playa. Después de tostarte al sol, hacerte el muerto en el agua y caerte de la colchoneta varias veces, empezabas a tener hambre. En ese momento entendías por qué los “adultos funcionales” iban tan equipados a la playa, sobre todo cuando firmabas el trasplante de riñón para comer en el chiringuito, de ...