Manteniendo el equilibrio

 Caminamos recordándonos, que si ponemos un pie delante del otro conseguiremos avanzar. Sabes que la vida no debe ser así, que no nos creó la naturaleza para estar en una rueda de hámster y salir de la jaula para permitirte vivir un tiempo limitado. Avanzas con la sensación constante de que todo va más rápido que tú. Todo tiene un tiempo específico, comer, dormir, relacionarte, terminar un trabajo, tomarte un café, leer un libro, escribir un mensaje, al final del día ha sido todo tan automático que no has sido realmente consciente de nada. 

Ya no paras a mirar a tu alrededor, darte cuenta de que alguien lleva unos calcetines amarillos geniales, ver a una chica pintarse los labios en el retrovisor de un coche, un niño pequeño jugando a perseguir una hoja que se lleva el viento. Contemplar el cielo, ves como se mueven las nubes y piensas ¿cuándo fue la última vez que miré las nubes? El olor que trae la brisa te resulta familiar, ¿ha llegado el verano? Y así pasan los días, los meses, ¡corriendo para todo! Un día te ves tomando las uvas y no sabes como has llegado ahí, ha terminado otro año. 

No es de extrañar que un día estemos tan al límite, que si se termina nuestro helado favorito en el supermercado nos vengamos abajo. El tiempo es un regalo, ¿vivir o sobrevivir?

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