Tesoros para el alma

 El arte para mí es como rezar para los creyentes, ese lugar personal e interno donde encuentras la paz, tu mente deja de correr, tu alma se apacigua y tu corazón se enamora. A veces te inunda un torbellino de pasión como escuchando <Nessun Dorma> es imposible que mi cuerpo se quede inmóvil con esas elevaciones y descensos tan abruptos, como subir al cielo y volver a la tierra llena de emoción. La magnífica escultura de <La Victoria de Samotracia> con sus imponentes alas y todo ese simbolismo o las perturbadoras pinturas de Caravaggio.

Pasar de la luz de Thoreau a la oscuridad de Nietzsche y encontrar respuesta en ambas, ya que la dualidad forma parte de ti. De igual modo que contemplar el lado más inquietante de Anthony Hopkins en <El silencio de los corderos> o a las heroínas pioneras del feminismo en <Thelma & Louise> sudar la gota gorda en <Instinto básico> encogerse el estómago con <La lista de Schindler> conectar con los mundos de Almodóvar y sentirte identificada con Tyler en <El club de la lucha>. Poder asomarte ala cotidiana vida de las antiguas calles de Nueva York con las fotografías de Vivian Maier, una obra de increíble belleza que vio la luz años después de su muerte, gracias a un aficionado que reveló un carrete que encontró en un rastrillo. Así como pasear entre las coloridas columnas del <Palau de la Música> o ver como el sol acaricia la fachada de la <Casa Batlló> si, lo sé, se nota que soy de Barcelona.

¿Qué sería de nuestro mundo interno sin la música, la literatura, la pintura, el cine, la fotografía, la escultura, la arquitectura…? Seguramente Frida Kahlo, en sus dificultades por sobrevivir, no habría encontrado consuelo de no haber podido expresar todo el sufrimiento en sus pinturas. El arte tiene el poder de removerte emociones y sentirte parte de algo.

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