Extranjero temporal

 Los turistas son una especie en sí misma. Son aquellos que aterrizan como si hubieran encontrado un lugar inhóspito en el que no vive nadie, que solo existe para las vacaciones y después lo cierran. Es como soltar a los niños en un campamento, pero de adultos (se supone). Llegan a desfogar, como en esa especie de tiendas, para romper cosas y así deshacerte del estrés. Que por no liquidar a nadie, ni incendiar papeleras, pagas para hacerlo legalmente. Pues la gente cuando va de vacaciones funciona igual, pero sin reglas, porque las normas las han dejado en el lugar donde residen y creen que fuera de ahí, no valen. 

Los distingues principalmente por dos razones, una es que llevan ropa multitasking que sirva igual para ir a la playa, que para comer en un restaurante, mezclan prendas cómodas y destartaladas con cosas chic y así da el pego para todo. La segunda es que corren mucho, todo el rato, como si tuvieran un cupo de ocio que cumplir al día, no vaya a ser que se queden sin tiempo. Que tú piensas, para estar de vacaciones muchas prisas te veo. Otro rasgo visible es que la convivencia la llevan regular, para ellos las personas de alrededor son “sims” puestos ahí por una inteligencia artificial, para que se sientan acompañados. 

Dejando de lado, el colapso para dar un paseo, tomarte una limonada, encontrar un hueco en la arena, las interminables colas en el supermercado y los gritos de madrugada (porque para ellos nadie trabaja) en el fondo son unos graciosos visitantes, que te regalan momentos cómicos. Como ver a uno caminando con una sola sandalia porque ha perdido la otra, alguno agarrado a una pared en consecuencia de la penúltima copa o todo colorado con la forma de unas gafas blancas en la cara, por quedarse dormido bajo el sol, con las gafas puestas.

Les imagino volviendo a casa pensando, estas vacaciones se me han ido de las manos. La verdad es que si te toca trabajar en verano, ver esos cuadros cómicos que te vas encontrando y te hacen reír, se agradecen. 

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