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Mostrando entradas de agosto, 2024

Cerrar el libro

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 ¿Se puede echar de menos algo que aún no ha sucedido? La imagen que tienes de como serían las cosas, las imaginas tan claras que parecen recuerdos. Memorias de algo bello, feliz, intenso, pleno, tanto que te quedarías a vivir en ellas.  Cuando caes en la cuenta que no han pasado y que seguramente no pasarán nunca. Se establece la sensación, de añorar algo que no has vivido. Llega el momento de dejar de fantasear, pisar tierra y centrarte en el presente.  Pero al hacerlo, algo se apaga en ti ¿Se podrá tener un duelo de algo que no se ha tenido? ¿Funcionará como todos los duelos? Me da por distanciarme, alejo la mente, el alma, cierro el pecho (a veces funciona).  Hay que seguir, la vida no espera a nadie. Igual soñar está sobrevalorado.  Foto: Cottonbro. Derechos reservados©

Indescifrable

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 Apareces como un fantasma, que nunca sabes en qué momento se va a manifestar. Lo inundas todo, estás en mis pasos, en la brisa que provoca el movimiento de mi pelo. En un instante, se disipa la distancia y te siento muy cerca, tanto que percibo tu presencia.  Como latigazos de alegría y tristeza, un sentimiento agridulce. La conexión instantánea vuelve a recorrerme, electrizante, como siempre, abandono el presente, me llevas a ti. Pero no tardo en aterrizar y regresa ese vacío, que no puedo sustituir con nada más. Es una montaña rusa masoquista.  Siempre reapareces. Como vuelve el otoño, la noche, el hambre, el olor a leña de las chimeneas junto al frío, como vuelven las ganas de que sea posible. Montados en una noria, subimos y bajamos eternamente. Mientras transcurre la vida y todo cambia, el camino, los lugares, las decisiones. Seguimos atrapados en una realidad paralela, donde el tiempo no pasa, donde no existe un «pero» y no importan las razones. Todo es diferente, ...

Bestia invisible

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 Sin razón aparente se paraliza tu cuerpo, el corazón se desahoga gritando todo aquello que callaste durante años. El pecho se colapsa y no consigues respirar. Cada aliento es un premio, una bocanada de aire que te permite seguir aquí.  No logras continuar, ni siquiera pensar, solo puedes permitirte sobrevivir. Tu alma recuerda vivencias que dejaste atrás, pero se las ingeniaron para seguirte allá donde vayas. Un monstruo impalpable y tramposo. Cuando crees que lo has vencido, se presenta de nuevo, sin invitación, a anunciarte que el camino no ha terminado. Sin dejar más alternativa que aceptar y sanar.  Al llegar la calma toca ponerse en pie. Escapas corriendo, el mar, los árboles, el olor a jazmín y las gaviotas, te acompañan. Sigues corriendo. Hasta soltar la rabia y la impotencia, hasta encontrarte y reconocerte.  Foto: Julio Motta. Derechos reservados©

El secreto de la luz roja

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 A la llegada de su mensaje, agarras el móvil como si te aferraras a él. Cierras los ojos y al volver a abrirlos, te encuentras en ese lugar perfecto que tanto amas. Creado con todo aquello de lo que te gusta rodearte, la penetrante y negra noche, el movimiento de una cálida llama, un entorno suave. Y luz roja, que nunca falte luz roja.  Tu pulso se acelera al sentirle justo detrás de ti. Mientras besa tu cuello y sube su mano por tu pierna, empieza a desvanecerse todo lo demás. Te ancla al presente, no puedes, ni quieres escapar. Le deseas más de lo que te gusta admitir, no eres una niña buena y con él no debes fingir serlo, ni reprimir nada. Todos los dioses mitológicos nos recorren y envuelven.  El instinto primario surge, recordando los animales que seguimos siendo. Y es precisamente el que te hace arquear la espalda y con ello, aparece su suspiro, junto a esa dureza que deleita las profundidades de tu cuerpo. Acomodas las manos en el cristal y te rindes, a él, a ti m...

En un lugar

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 Nos mudamos a un pueblo alejado de la ciudad, a una casa grande, antigua, con papel en las paredes. El cielo encapotado anuncia tormenta. Los calefactores no funcionan y el frío se apodera del espacio. Entre cajas apiladas y libros amontonados, vivimos la ilusión de un nuevo comienzo, una nueva vida. Encontramos viejos objetos en un armario, mientras, encender la chimenea reconforta. Hay una caja de música, creo haberla visto antes, pero no recuerdo dónde. La bailarina da vueltas y más vueltas, al mismo tiempo que suena la melodía.  Poco a poco todo va tomando forma. La vecina de al lado es muy amable, le pregunto por el columpio de mi jardín. Al parecer, ha ido pasando de una familia a otra y todas lo han conservado, tiene muchos años y ha sido restaurado varias veces ¿Por qué me resulta familiar?  Hoy es el día de los padres en el colegio de Lucía, mi hija me enseña su clase, los pasillos están repletos de retratos, de los niños que fueron a esa escuela en años anterio...

Regalo inesperado

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 Camino sin destino, la música me acompaña, respiro el olor a mar. En cada paso descargo el peso, que ahoga, que aprieta. Al levantar la mirada te encuentro, asombrosamente, sin sentido, inesperado. No importa, estás ¿Qué más da?  Me detengo y todo se pausa, pero tu sonrisa me recibe antes de acercarme y provoca que se escape la mía. No hay nada más que añadir. El alma ha salido del invierno. Me escondo en un abrazo que me salva del olvido. Dentro del caos ya no me pierdo, tú vas conmigo.  De repente todo desaparece, tu olor, tu calor, tus brazos. La oscuridad lo inunda todo, cojo aire y abro los ojos. Volveremos a acompañarnos, cuando los sueños lo permitan.  Foto: Lapushkina. Derechos reservados©

Con los pies descalzos

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 Desde que pusiste los pies en el suelo por primera vez, desde que esa mirada curiosa descubrió la oscuridad. La vida te lo ha enseñado, de todas las formas posibles, pero no has querido ver. De la misma forma que hacía esa niña, has querido confiar.  Los faros internos se han ido fundiendo, ya solo queda uno. El que nació contigo, el que te susurra al oído, el que vive en ti. Dile a la niña que deje de correr, que los atajos no conducen al lugar que desea. Que las palabras no son reales, que ha gastado cada intento que quedaba, que la sangre ha cambiado de color.  Agarrada al último faro, mientras el mar golpea con fuerza. Parto un lienzo, por si encuentro a Dios, pero no, hace tiempo que nos dejó por imposibles. Suelta las manos, no las enlaces con otras. Que en tu pecho viva solo el viento. Que tus ojos solo reflejen el agua, el cielo y la tierra.  Lo sé pequeña, lo sé,  ahora camina conmigo, todo pasa, dejará de sentirse. Apunta en tu alma la única verdad. N...