En un lugar

 Nos mudamos a un pueblo alejado de la ciudad, a una casa grande, antigua, con papel en las paredes. El cielo encapotado anuncia tormenta. Los calefactores no funcionan y el frío se apodera del espacio. Entre cajas apiladas y libros amontonados, vivimos la ilusión de un nuevo comienzo, una nueva vida. Encontramos viejos objetos en un armario, mientras, encender la chimenea reconforta. Hay una caja de música, creo haberla visto antes, pero no recuerdo dónde. La bailarina da vueltas y más vueltas, al mismo tiempo que suena la melodía. 

Poco a poco todo va tomando forma. La vecina de al lado es muy amable, le pregunto por el columpio de mi jardín. Al parecer, ha ido pasando de una familia a otra y todas lo han conservado, tiene muchos años y ha sido restaurado varias veces ¿Por qué me resulta familiar? 

Hoy es el día de los padres en el colegio de Lucía, mi hija me enseña su clase, los pasillos están repletos de retratos, de los niños que fueron a esa escuela en años anteriores. De repente observo atónita a una niña pequeña, en una de esas fotografías ¡Yo conozco a esa niña! Vuelvo en silencio de camino a casa, no le encuentro explicación. Los días pasan y con el ajetreo diario lo olvido. 

Las lluvias son recurrentes en este pueblo y el viento trae de nuevo olor a tormenta. Aviso a Lucía —que juega en el columpio— para que entre en casa. El gato de la vecina surge de un arbusto corriendo, asustado por un trueno, Lucía lo persigue riendo. Se oye un estruendo, seguido de un silencio. Han atropellado a mi hija, me quedo paralizada frente a la puerta del coche ¡Y la veo! Ya recuerdo quién era esa niña, la vi en el reflejo de una ventanilla en el mismo lugar. Habían atropellado a mi madre y la niña era yo. 

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