Naya Carbonell

 En ocasiones no queda más que decir. Se dijo, no sirvió, ni siquiera se escuchó. No quedan palabras, no tienen sentido, ya no caben, no hay lugar.  Y te vas, sin hacer ruido. Te alejas en silencio. No carece de importancia, el dolor es el mismo, pero no quedan ganas, solo cansancio.  Porque hubo otras luchas desgarradoras antes, que te enseñaron, a cuidarte y respetarte. Asimilaste, el dónde no, el dónde sí y el dónde nunca, más.  Dices adiós, sin rencor, sin una sola palabra.  Mañana encontrarás, con quién sí, con quién siempre.  Foto: Anastasiia Chaikovska.  Dere chos reservados©

 La primera vez que te vi, llevabas una camisa blanca con pequeñas flores y el sol creaba reflejos en tu pelo. No sabía que mi vida cambiaría, que yo misma lo haría. En ese césped pasaron las horas y fue testigo de muchas primeras veces. La contradictoria sensación de haberte esperado mucho tiempo y no saberlo. Cuando la brisa es cálida y los grillos cantan, recuerdo las flores de tu camisa. A veces eras como un espejo, la forma en la que acariciabas las hojas de los árboles, creía que solo yo lo hacía.  Si fuésemos conscientes del impacto que tiene cada diminuta decisión. Cambié de planes en el último momento ¿Y si no hubiese ido? No te habría conocido ¿Qué me hizo cambiar de opinión? ¿De verdad tenemos libre albedrío o existe algo que nos empuja hacia una dirección? De cualquier modo, me condujo a lugares de mí, que no conocía. A cambio te mostré el camino, para salir de lo establecido, aún sonrío cuando descubro que lo sigues haciendo.  En días como hoy, añoro tu olor ...

 Yo me marché físicamente, pero tú desapareciste antes. Ahora sientes tanta culpa, que no sabes como hablarme. Vas soltando pistas, a ver si descifro que anhelas acercarte. No te tenía por alguien cobarde. Renunciemos a extender la cuerda. Ya no hago maletas de fin de semana. No necesito las Bahamas, solo creer que merece la pena. Saber que no pertenezco a la huida del domingo.  Encendí mil chimeneas y no conservaste la llama, si la transformas en nieve, no me cobijo del frío. Buscar en la niebla es una pérdida de tiempo. Una cantidad de posibilidades se disipan sin sentido, es tan absurdo, que hasta el cielo está gritando y no eres capaz de oírlo. Mientras me encojo de hombros y le cuento, que ya aprendí, a dejar de correr hacia el próximo precipicio. Tantas guerras me enseñaron, a elegir las batallas, ahora los bombardeos son dichosos y lo nocivo no es bienvenido.  Si descubres que un lugar recóndito en ti, percibe esa ilusión recorriendo tu cuerpo y se fuga una sonrisa...

 Cuando menos lo esperas, la vida te coloca en una intersección o directamente al final del camino. Todo se pausa. Los problemas parecen ridículos y las cosas que te importaban, ya no valen nada. Las emociones se apoderan de ti y no sabes como proceder. Hay un fin del mundo, mientras los demás continúan su vida, como si nada sucediera. Pero entre todo el tormento, surge una magia imprevista. Aunque pueda parecer contradictorio, todo cobra más sentido que nunca. Cada pequeño detalle es muy valioso y cualquier decisión, por mínima que sea, se vuelve enormemente significativa.  Existe algo poderoso que se escapa a nuestro control. El tiempo. En algún momento finaliza y no puedes hacer nada por cambiar eso. Ni el más rico del planeta puede comprarlo.  Partirás al lugar del que nadie regresa y de repente lo minúsculo se vuelve inmenso. Vives y disfrutas todo instante, como si fuese el último, porque realmente puede serlo. Se convierte en imposible no preguntarte a ti mismo ¿Po...

 La velocidad del acelerador, volando mi pelo por la ventanilla. Somos el sueño de un policía aburrido. Nunca se nos dio bien seguir las normas, ni ser amigos de la autoridad. La vida es esto. Gritar canciones a pleno pulmón y ver como ríe la gente en cada semáforo. Bailar en la calle de noche, alrededor de la fuente, iluminados por sus luces. Comernos unas hamburguesas sentados en cualquier muro, viendo a la gente pasar, a las gaviotas volar y ser el mejor restaurante del mundo. Contemplar los enormes barcos del puerto e imaginar como será la vida de los dueños. Salir corriendo por la arena, mientras nos quitamos la ropa y meternos en el mar en plena oscuridad, porque sí, porque estamos vivos y ya pensaremos luego. Comernos a besos por todas partes, porque es una tradición quinceañera, que nunca deberíamos perder.  Existen pocas personas con quienes sentirte libre, sin prejuicios. Entendiendo que lo mejor, es lo más sencillo. Alguien que te diga ¿Por qué no? Las palabras mági...

 Pertenecemos a mundos opuestos, aunque pisemos la misma tierra. La adrenalina del tuyo es adictiva, pero existe un peligro constante que no puedo, ni debo obviar. Aun así, una fuerza invisible me impulsa hacia ti. Contra todo pronóstico, en tus brazos encuentro mi lugar. Por muy excitante que sea, todo anuncia que no va a tener un final feliz. Pero somos así ¿Verdad? Hay conexiones que nos invitan a perder la razón y nos dejamos llevar.  Una prenda con tu olor, que no soy capaz de quitarme. Esa media sonrisa, cuando adivino lo que piensas. Cierro los ojos y veo esa mirada tuya, como si mi existencia fuese lo más bello que has visto nunca. Esas pequeñas cosas que le dan sentido a todo. No soy consciente, de si han pasado veinte minutos o tres horas. Tienes el poder de parar el tiempo, el mío, el nuestro.  Foto: Cottonbro.  Derechos reservados©

 Sabes lo que es dar tus primeros pasos, sin que sujeten tu mano. Conoces la sensación de ondear a la deriva, de crecer sin refugio. Ese miedo de ser pequeño y obligarte a ser valiente. Sentir más seguridad en las calles y descifrar el porqué.  Contigo es hablar un lenguaje que los demás no entienden. Las heridas relatan historias por sí mismas, se reconocen y sincronizan. Cada gesto tiene una razón, como piezas de un rompecabezas. Tú sabes unirlas, no hay nada que explicar.  Aprendimos a correr descalzos y es algo que no se olvida. Jamás creí que fuese algo bueno, hasta crecer y descubrir que te otorga ventaja. De repente, todo lo malo, te coloca un paso por delante. Sube la cremallera y hagamos lo que mejor se nos da, pisar fuerte.  Foto: una misma.  Derechos reservados©

 Hemos llegado al punto, que cuando alguien tiene responsabilidad emocional, lo vemos como algo sobrenatural. Nos sorprendemos, con esa sensación de haber ganado un premio. Cuando «alerta informativa» tener responsabilidad emocional es ser normal.  Y ya no digamos, en vínculos relevantes, ahí ya montamos una fiesta. Si alguien te quiere bien, te descoloca. Le importas y te ves celebrando que te lo demuestre. Algo que le dijiste en algún momento, lo tiene en cuenta, porque sabe que es importante para ti. Que valide tus emociones. El hecho de hablar las cosas, en vez de desaparecer y adivina que le pasa. Tener detalles y gestos que sean significativos. Básicamente, dar por hecho y entender, que los sentimientos de los demás también importan. Algo que debería ser innato en cada persona, de repente se ha convertido en un extra, en un galardón que no todo el mundo tiene.  Un día observas, que estamos normalizando comportamientos, que son, de todo, menos normales.  Foto: R...

  Los casuales: son esos que quedan por casualidad, pensando, ya que estoy por aquí, echo un polvo. Que terminan charlando dos horas, contándose y riendo, hasta darse cuenta, que ha pasado el tiempo y no han hecho nada relacionado con sexo.  La femme fatale: esa mujer que disfruta muchísimo torturando psicológicamente a los hombres, con la promesa sexual. Impresiona la capacidad de algunos hombres para soportar una cita tóxica y desagradable, con tal de conseguir llegar a la parte del sexo.  El mentiroso compulsivo: el hombre que se inventa una vida, porque cree que será más interesante que su vida real. Miente sin cesar para encajar al cien por cien. Si su cita le dijera que está planeando robar un banco, le diría que se apunta, que le parece una idea estupenda.  Los inseguros: esas personas que siempre creen no ser suficiente para los demás. La otra parte siempre será más guapo, más inteligente, más divertida... Incluso si la cita va genial y ha sido un complet...

 Suelta. Tanto tiempo escuchando esa palabra. Hoy encuentras por fin ese sentimiento, necesidad, deseo. Hoy suelta la lucha, el control, las probabilidades, todos los escenarios posibles y los planes. Toda la vida en modo supervivencia, con recurrentes momentos de impulsividad para sentirte vivo y libre. ¿Qué pasa si simplemente lo sueltas todo? A estas alturas sabes que, todo aquello que debe llegar a ti, aterriza. Lo que está destinado a quedarse en tu vida, permanece. De igual modo, lo que no es para ti, no lo será. Entonces, ¿Por qué perseguir? Trabajos, lugares, experiencias, personas, metas, emociones…  ¿Y si dejas que tu forma de ser te lleve? ¿Y si escuchas esa voz interior e ignoras los pensamientos intrusivos? Basta con decretar lo que deseas y dejar que el universo sepa, cuando y de qué manera. La forma en que las cosas se den, no es responsabilidad tuya, no tienes el mando. Es absurdo y agotador. Vive en ti, todo lo demás está ahí afuera.  Hoy, simplemente, si...

 Y llega. Ese instante de realidad anunciando que llegó el momento. Esa temida fase en la que debes elegir una dirección. Acontecen sucesos recordándote, que el tiempo no es infinito. Ya no es válido tener un pie fuera.  Un camino es estabilidad, es conocido, es familiar. El otro, pura incertidumbre, algo que deseas vivir, pero, conlleva saltar sin ver. Solo sabes que de salir bien, sería muy bueno, sin embargo, nada apunta a ello. En ambos serías feliz, aunque de distinta manera. Y ahí reside el dilema. Uno es proyecto de futuro y todos los siguientes pasos. El otro, un absoluto acto de fe.  Que bien vendría una bola de cristal en estas situaciones, asomarse un poquito al futuro. La poca o mucha sabiduría adquirida en estos años, te dice cuál es la decisión lógica, pero algo en tu interior se lo discute. El universo decide no colaborar y en esta ocasión no llegan las señales, esas que tanto necesitas.  ¿Dónde está el comodín cuando no encuentras la respuesta?  ...