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¿De qué se arrepienten las personas antes de morir?

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 Falta de sentido de vida. Nos forman en conocimientos, nos forman en conocimientos, pero, no en ilusión, en esperanza, en pasión por la vida. ¿Por qué nos levantamos por las mañanas? ¿Por qué vivir? ¿Vivimos o sobrevivimos? ¿De qué se arrepienten las personas que han vivido cien años? Según los estudios, de perder la vida a cambio de dinero, trabajar demasiado. No haber expresado más lo bueno, el amor, un abrazo. Vivir lejos de las personas que amas. No haber sido más feliz.  Según otros estudios, hay dos cosas que pesan en el carácter de cada uno de nosotros. Uno es el genético. Si vienes de familias que tienden a la tristeza, tenderás a la tristeza y el otro se forja en la infancia. Ninguno depende de nosotros. Se puede trabajar en cambiarlo, sobre todo el segundo, pero, son porcentajes grandes.  La mayor inteligencia suele estar sobre los setenta años, porque distinguimos mejor lo importante de lo que no lo es.  Como decía, el sentido de la vida, el porqué vivimo...

Un vacío que nada llena. No tengo tiempo. ¿Qué hago?

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  Un día, de repente, algo en ti se revela, como a quien se le aparece la Virgen María. Te das cuenta de que estás viviendo como un autómata, sigues un horario, unas obligaciones, resuelves los problemas que van surgiendo y vuelve a sonar el despertador. Al ser consciente de ello, te empieza a invadir un vacío que, además, no logras llenar con nada y aparece la insatisfacción. Te has cansado de tu vida, ya no te satisface, no te sientes feliz y llega la búsqueda de la satisfacción inmediata. Te divorcias, dejas el trabajo, te compras el coche que siempre quisiste (o uno que te haga sentir bien), te haces un cambio de look radical, compras un billar y lo plantas en mitad del salón. Todo aquello que alguna vez en tu vida deseaste, vuelve a ti como un tsunami y arrasa.  Empezó porque un día te preguntaste: —¿El resto de mi vida va a ser así? Y aquí estamos, con la visión de felicidad que tenía tú yo de dieciséis años. ¿Y si se puede compaginar sin quemarlo todo? Eso que llamamos ...

Huellas de vida

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 Tierra de marismas, plantas y agua se funden en uno. La luz del sol, viste más dorada, la brisa cálida siempre acompaña. Escenario idílico donde crecer. Atardeceres en el mar y columpios en los árboles. Heredando el amor a la naturaleza y a las letras. Prisioneros de una batalla impuesta, escapamos corriendo, donde las aves acallan, los sonidos internos. Un paisaje inmejorable puede dejar de serlo.  Compartir existencia con el caos y la vileza, disfrazados de personas. El amor es enemigo, la protección ausencia, no busques sentido. Gritar en silencio, palabras a juicio. Pactar con el tiempo, hacerse mayor. Kilómetros recorridos, ignorando las huellas, aquellas que te encuentran. Acomodarse en un diván, rasgando la tierra, que te lleva, sin pensar, de nuevo a las marismas.  Siéntate a mi lado, contempla las olas. ¿Recuerdas las aves que silenciaban el miedo? En cada paso, más lejos de allí, más cerca de ti.  Foto: John George.  Dere chos reservados©

Conversión

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 No le interesaba lo más mínimo conocerla, sin embargo, se halló sorprendido al verla, la respuesta de su cuerpo paralizado,  entendió en ese instante, que algo habitaba en ella.  ¿Era su belleza? ¿Sus elocuentes palabras? Continuaba en el empeño de subestimarla,  mientras ella le arrebataba cada intento, optó por callar y esbozar una sonrisa, atento la escuchaba, sin dejar de mirarla.  Le mostró lugares que él no conocía, agradables encuentros, tiempo en compañía,  contempla cada gesto, intentando descifrarla, no comprende que es, algo se le escapa.  Confesándole su agrado, en un acto de valentía, se siente alagada de su repentina cortesía, antes deseaba que velozmente se marchase, ahora le disgusta la simple idea, de que su vínculo se apagase. Ahuyenta habladurías, alejando cualquier desazón, obcecado en convencerla, en decidir afincarse, el temor a la distancia, se apodera de su ser, sabe que no hay remedio, ella habitó su corazón.  Foto: Lehan...

La señora Amelia

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 En las frías calles de Londres, conozco a una mujer que me tiene desconcertada, posee la capacidad de ser amable e hiriente, en una misma frase. Su boca es una ruleta rusa, no sabes si va a disparar o te vas a librar. Pudiera parecer que es sencillo alejarse de alguien así, pero, es muy atrayente. Es crítica y observadora, sorprendentemente te deja cautivada, con sus teorías y su inteligente forma de describir la vida y a las personas. Me encuentro a mí misma en silencio, esperando lo próximo que va a decir.  Para ser una persona bastante solitaria, me cuenta sin tapujos cualquier intimidad, de esa forma tan cercana, como la conversación que tienes con tu mejor amiga. Pasa de un rostro serio a emocionarse, de un momento a otro. Al principio pensé que algo en ella no era normal, ahora sé que lo único anormal es la sociedad. Ella es auténtica, sin filtros, ni convencionalismos, es algo que puede resultar abrumador, acostumbrados a tantas normas sociales. Le gustan los animales ...

Oscura opulencia

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 Entre perlas y trajes,  un elogio es servicio, palabras disfrazadas, complacer en sociedad, soledad entre el bullicio. Hombre o mujer, son simple necesidad, no burlar lo establecido, sentimientos sin cabida, protagonizan banalidad. Libertad encarcelada, la ley de la apariencia, compromisos sin salida, escondiendo la evidencia. Engaños y traiciones, acogidas en silencio, reacciones sin respuesta, contemplar el suplicio. Amores de ficción, cadenas invisibles, sueños representados, en un mundo imposible.  Foto: Cottonbro Studio. Dere chos reservados©

Mi guarida

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 Cada vez que la vida pesa, emerges tú, en mi mente, en mi pecho. Siempre, sin falta, el salvavidas de mi alma. Entre todo el caos, escapo contigo, te llevo de paseo, te muestro mis lugares favoritos, te percibo a mi lado, con esa mirada tuya, donde nada es tan grave. Me sonríes, mientras descansamos en un mundo aparte. A veces me pregunto, ¿por qué? Cuando no quiero hablar con nadie, acudo a ti. La verdad, no quiero saberlo, tampoco es necesario. Haces que me sienta mejor, es irónico que consigas algo, que nunca te propusiste.  Es tramposo este obsequio, en el que siempre dices la palabra exacta, no es realista, pero, ¿qué más da?, si nada de esto lo es. Un superpoder, evadiendo el presente en cualquier momento, surgiendo donde me apetezca, compartiendo historias juntos. Desde sentados apreciando el paisaje, hasta sentir tu abrazo bajo la manta. Una pena, que jamás sepas lo bonito que es.  Foto: Nikolina.  Dere chos reservados©