Último baile

 Quiero decir adiós, sin decir nada. Quiero irme por la puerta de atrás, sin que nadie me vea. Desaparecer. Sin dramas, ni miedos, ni llantos. De repente ya no estoy y simplemente me recuerdan. Sin que aparezcan esas personas por cumplir, que nunca estuvieron. Ni digan lo mucho que me amaron, quienes no lo hicieron. Esos amores de boca, los que no se ven, ni se sienten, ni te abrazan, ni te sostienen. Eso no es amor. Si alguien me nombra, que sea quién sabía mi sentir, quién conocía cada pieza. Nada de palabras vacías de compromiso, para darse importancia, cuando ya no vale nada. Quizás alguien responde en mi lugar. Ya estaré en paz. 

En esa tranquilidad que tantas luchas me costó ganar. Irónico, al final, perdiendo la conseguí. Nunca le vi la gracia a este juego, desde la infancia supe que no era favorable, pero crees que al crecer te liberas. No es así. Canjeas unas cosas por otras. Todo te defrauda cuando más lo necesitas y te alejas, porque te lo ahorras. Vuelves a dar oportunidades, pero no, son promesas incumplidas, que te va hundiendo en una pesadumbre inmensa. Los sueños, las metas y las ganas, pierden todo el sentido ¿Qué queda? Descansar. Porque de sobrevivir, ya vas llena. 

Volver al mar, que estuvo siempre para mí. En el pueblo. El único hogar que conocí. Espero no hallar a nadie más, que a mi pequeño. Abrazados de nuevo, sin separarnos jamás. Que en algún lugar quede escrito mi nombre. El universo me lo concedió el día que nací. Y con él vuelvo, a casa. 


En nombre de quienes se fueron, en silencio. 

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