Personas brújula

 Siempre me ha dado envidia, esas personas que llevan un GPS incorporado de serie. A mí esa pieza me faltó al nacer. A esas personas las dejas en lo alto de una colina o en mitad de un bosque y saben volver a casa. Yo, estando en la ciudad, entro a una tienda y cuando salgo ya no sé en qué dirección iba. Donde no te puedes perder, yo me pierdo. 

El Google Maps lo necesito en modo físico, por todas partes. Todo con indicaciones, señalizado o con esos carteles del metro, con todas las paradas y mapas de esos que pone “usted está aquí”. Cuánto más específico mejor. 

Así podría ir caminando tranquila, con mis pensamientos triviales. Y ahorrarme ese momento bochornoso, en el que, doy vueltas sobre mí misma pensando, ¿por dónde es?, que parezco un extraterrestre que acaba de aterrizar en la Tierra. 

Esas personas que tienen una brújula interna indicándoles hacia donde ir, no saben el tesoro que tienen. Son los mismos que encuentran la salida en Ikea. Yo paseo entre cocinas y baños, hasta que me canso y me siento en el sofá de un salón. Ya me encontrarán. 

Si eres de los míos, consuélate como hago yo, pensando…

—Bueno, tengo otras cualidades. 

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